El auge de la economía digital y el big data han logrado que el valor de los datos sea incuestionable. Se afirma desde hace tiempo que los datos son el nuevo petróleo del siglo XXI y, en casi todas las agendas de los CIOs de las grandes empresas, la gestión de los datos encabeza el top five de los rankings de desafíos a cumplir en el corto plazo.
Los modelos de negocio actuales basan sus decisiones en los datos, no en la intuición. Entonces, ¿cómo no darles la importancia que ameritan? Sin embargo, son pocas las compañías que han podido crear una cultura de datos eficaz y monetizar el valor de la información.

La digitalización empresarial dejó de ser una alternativa, es un fenómeno que llegó para quedarse. Las organizaciones con mayor grado de madurez digital sacan grandes ventajas a sus competidores porque poseen un gran conocimiento de su negocio y, por ende, toman mejores decisiones.
En la base de la pirámide de un gobierno de datos efectivo se encuentra el análisis de la calidad de los mismos. La información debe ser completa, concisa, confiable y consistente. Integrar la cultura del dato en los distintos proyectos y procesos de la compañía es sin dudas uno de los retos que debemos encarar si deseamos sostener nuestra competitividad empresarial.
En este camino, obtener un ROI significativo sobre el presupuesto invertido para la mejora y análisis de los datos es un resultado inminente. No podemos perder de vista que la inversión en mejorar y completar la información disponible representa un costo económico menor en comparación a las pérdidas que ocasionan los datos incompletos o de mala calidad.